viernes, 20 de julio de 2018

Así es la nueva guerra que los colombianos libran en las redes sociales





Las redes sociales ardieron en los últimos meses con motivo de la campaña legislativa y presidencial en Colombia. En esta nueva hoguera pública, no solo muchos políticos terminaron chamuscados, sino que sus adeptos sufrieron graves quemaduras mentales y emocionales, solo por expresar su favoritismo por tal o cual candidato.

La ex Miss Universo Paulina Vega y el caricaturista Matador, son ejemplos de como la picota pública en la que se convirtieron las tribunas de Facebook, Twitter y hasta Instagram, puede asfixiar a quien ose expresar su opinión por redes. Confesar su voto por el candidato Iván Duque, obligó a Paulina a cerrar su cuenta de Twitter ante la avalancha de críticas ofensivas.

Matador también tuvo que dejar de publicar sus caricaturas de humor político, por una amenaza de muerte ante su constante crítica a Iván Duque, que fue asociada por sus detractores como un favoritismo con el candidato Gustavo Petro.

Lo que a juicio de Víctor Solano, demuestra que las amenazas provienen de lado y lado, de los extremos políticos ideológicos, donde priman las arengas sin argumentación. “Entre el insulto y la amenaza, hay un camino corto”, sentencia el director en comunicación digital en Kreab Colombia.

Solano cree que los periodistas son de los personajes que más padecen el cibermatoneo. Cita por ejemplo, al caricaturista Vladdo, blanco de los adeptos del uribismo, y al columnista y ahora youtuber, Daniel Samper Ospina, atacado por su caricatura no gráfica, sino hablada o escrita, tanto por el uribismo como por la izquierda.

En esa contienda también reciben garrote virtual –dice Solano– el alcalde de Bogotá, Enrique Peñalosa; los candidatos presidenciales Gustavo Petro e Iván Duque y el expresidente Álvaro Uribe. Ellos son víctimas de acoso por ciberusuarios, en todos los grados que van desde la burla, el meme, el insulto y hasta la amenaza de muerte.

“Lo más grave es la amenaza de muerte o si se llega a intimidar solo con mencionar los nombres de los hijos o de los familiares, eso da señales muy claras de intimidación que equivalen a ‘los estamos vigilando’, ‘sabemos quién es su familia’ y eso hace muchísimo daño”, comenta Víctor Solano.

El sociólogo Mauricio Guerrero Caicedo, profesor del programa de Sociología de la Universidad Icesi, define el matoneo digital propiamente dicho, cuando aparecen las cuadrillas de ‘trolls’ (ver definición en recuadro), pagos en muchas ocasiones, que entran a mover tendencias de reacciones y comentarios que buscan orientar la opinión pública y moverla a un campo ideológico particular. “Allí sí hay un ‘bullying’ bastante sofisticado que se da en el entorno digital”, opina.

Guerrero explica que, por ejemplo, un político puede tener contratados estrategas digitales que empiezan a trabajar en manadas de ‘trolls’ y redireccionan corrientes de pensamiento. 

Los ‘trollers’ se empezaron a configurar como comunidades digitales de ‘bullying’ muy famosas en México, por ejemplo, donde elegían un blanco de ataque y se iban en contra de una celebridad, muchas veces orientados solo por una simple práctica que se da en el mundo real y ahora pasa al entorno digital.

“Esas comunidades digitales o manadas de ‘trollers’ fueron identificadas por políticos y ahora son contratadas y pagadas para que muevan opinión pública o el espectro político hacia donde ellos quieren”, expone el sociólogo Guerrero Caicedo.

A su juicio, este fenómeno se viene observando desde la pasada campaña presidencial (2014), con la actuación de las comunidades de ‘trollers’ trabajando en campañas políticas. “Ahora, no todos son contratados, hay cuentas que manejan opinión pública haciendo ‘bullying’, simplemente son expresión de un usuario crítico”, sostiene.

Sin embargo, reconoce que los ciudadanos del común no conocen el accionar de las comunidades de ‘trollers’ pagadas al servicio de un político. “Ese es el problema que están asumiendo actores políticos, actores sociales y los medios: el público no sabe quiénes son los que están produciendo las matrices discursivas de opinión para orientar la masa”, analiza Guerrero Caicedo.

El precio que se paga a un estratega digital está entre las nuevas economías morales (se rigen por valores morales o normas culturales), dice Guerrero Caicedo. “El líder de una manada puede trabajarle a un político de manera gratuita, solo por acceder al poder; otros pueden cobrar tarifas que son muy variables, en un negocio que obedece a otros códigos: se paga por el número de veces compartido, viralizaciones o impresiones; por ejemplo, en twitter puede ser por un ‘trending topic’”, afirma. 

Para los especialistas consultados, el ranking de las ofensas lo lideran Facebook y Twitter, como los rings más apetecidos para las batallas virtuales de los colombianos. Twitter es la trinchera política y más usada por los adultos, mientras que los adolescentes se enfrentan más por Facebook. 

En Instagram no se presenta tanto el fenómeno. Tal vez el caso más mediático fue el de Daniela Ospina, entonces esposa del jugador James Rodríguez: si ella publicaba una foto rumbeando, entonces la galería salía a cuestionar su rol de madre y esposa.

Puerta abierta al debate
El sociólogo Mauricio Guerrero Caicedo admite que estamos ante la emergencia de una serie de conductas que se pueden clasificar como matoneo, de control social y demás, que antes se veían en el mundo real y que ya pasaron a un entorno digital, pero que se presentan más en entornos escolares, dado que los chicos tienen poco control de sus relaciones sociales y emociones.

Sin embargo, Guerrero Caicedo resalta que al tiempo estamos ante una situación interesante: las plataformas de social media o medios sociales han permitido el debate político con nuestro círculo cercano o no tan cercano.

“Sí hay situaciones que se pueden tipificar como matoneo, pero también se pueden dar diálogos muy interesantes porque estamos pudiendo confrontarnos. ¿Quién no se ha confrontado con un primo, con un familiar, con un amigo, en un debate crítico, abierto y democrático, por esta campaña política, algo que se había perdido?, pregunta el sociólogo Guerrero Caicedo.

Incluso, cuestiona que alguien publique un argumento tratando de persuadir a otro de por quién votar, y remate con un “no, no vengas a cambiarme mi voto”. O cuando un usuario comparte que votará en blanco y advierte: “por favor, no comentar aquí”. “Eso no está bien, porque si publico mi opinión, estoy abriendo la posibilidad de que otro venga y opine y eso no es matoneo”, sentencia. 

“Si como ciudadano digital expongo una tesis en mi estado de Facebook, en un ‘tweet’ o en un ‘post’ de Instagram, estoy produciendo un contenido que en términos de comunicaciones abiertas, estoy dispuesto a abrir. Pero parece que la gente no está acostumbrada o no quiere aceptar y por eso escriben ‘no venga a hacerme ‘bullying’ porque voto por (Duque) o por (Petro)’ y no es así”, argumenta Guerrero Caicedo.

“Si posteo algo, debo estar abierto a recibir comentarios. Pero tampoco podemos desbordar las emociones para señalar al otro. Estamos volviendo a hablar, a debatir. Ahora tenemos es que regular los términos y las prácticas de este debate para saberlo hacer, y bienvenidas todas esas formas, porque esas actitudes políticamente correctas, estaban era silenciándonos”, concluye.

¿Qué es un troll?
Troll es un término de la jerga de internet tomado de la mitología nórdica y folclore escandinavo, en los cuales es un ser sobrenatural y temible.

En el lenguaje digital aplica para designar a personas que provocan discusiones por la web.

Se ha trabajado muy fuerte desde el MinTIC y la Brigada Digital con la iniciativa #bajemosleeltono, para buscar que las personas usen las redes sociales con respeto, que entiendan que lo que se dicen en ellas puede tener implicaciones incluso penal, porque cada usuario se convierte en un medio de comunicación con una responsabilidad ante sus audiencias.

Cibermatoneo escolar ya es judicializado
El matoneo escolar tiene sus niveles de gravedad. Por ejemplo, en un salón de clase se creó un grupo de WhatsApp a través del cual se insultó a estudiantes de otro chat del mismo salón. 

Las directivas del colegio llamaron a la Policía de Infancia y Adolescencia, que hizo la intervención pedagógica, como corresponde a casos que se pueden resolver solo con el comité de convivencia del colegio, clasificados como tipo 1 y 2 según la Ley 1620 del Sistema de Convivencia Escolar. 

“Ahora se le presta mucha más atención al matoneo en los colegios y por eso hemos atendido casos con situaciones menores como este”, explica la mayor Sandra Marcela Narváez, de Policía de Infancia y Adolescencia de Cali. Y añade que los casos más frecuentes de ciberacoso o matoneo por redes sociales son los que se dan en el entorno escolar, tipo 1 y 2. 

Pero hay otros casos tipo 3, que son los que transgreden el ámbito del matoneo básico y pueden configurar un delito. Por ejemplo, grupos de Facebook que se dicen vulgaridades y groserías de todo calibre y de pronto aparece la amenaza de “te espero en tal parte” o “te voy a cortar el pelo” o “te voy a hacer tal cosa”. Allí ya se configura la amenaza y otras veces, la injuria y la calumnia, conductas tipificadas como delitos.

Otro caso de matoneo tipo tres es el de un colegio en el que estudiantes de una clase asistieron a una fiesta y hubo consumo de bebidas embriagantes. Entonces emborracharon a una de las niñas, le subieron el vestido y le tomaron fotos comprometedoras y las compartieron por el chat del grupo. Y claro, todos los compañeros de clase opinaban con burlas y comentarios ofensivos. Por esta situación también se instauró denuncia en la Fiscalía.

Situación similar se presentó con una pareja de adolescentes que tenía una relación y la chica le envió a su novio una foto con el torso desnudo. En una imprudencia de él, se la compartió a un amigo suyo, que no tuvo reparo en divulgarla y burlarse de ella. Se instauró una denuncia penal ante la Fiscalía por el delito de pornografía infantil, porque ella es menor de edad y le afectó muchísimo, al punto que pasó para tratamiento psicológico en el ICBF.

“Creo que antes estos hechos pasaban inadvertidos, pero este año recibo más seguido comunicaciones oficiales de los colegios reportando casos”, afirma la mayor Sandra Marcela Narváez. Entonces Policía de Infancia y Adolescencia hace una intervención indicando cuál es la ruta de atención y dictando charlas y talleres a los estudiantes, para sensibilizarlos sobre los riesgos de caer en la red del acoso y darles las pautas para no caer en ella. 

En lo que va corrido de 2018 se han atendido unos tres casos de acoso escolar por redes sociales, tipo 1 y 2, en colegios privados. “Se presentan más en estos colegios, quizás porque los chicos tienen más acceso a la tecnología; en cambio en los colegios públicos el acoso es en el escenario real, le dicen las cosas al otro directamente”, sostiene la uniformada. 

Sin embargo, ella considera que de pronto se presentan más casos en otros entornos fuera del escolar, pero la ciudadanía no los denuncia porque aún no los asocia con un delito. De allí que solo recuerda un caso que se presentó en un conjunto residencial, en el que un adolescente de 16 años se dedicó a acosar a una niña de 12 años, a través de una cuenta falsa de Instagram, que creó para tal fin.

El joven amenazaba a la niña enviándole mensajes de que ella era esto y lo otro y que se tenían que ir de la unidad residencial. Los padres de la pequeña se dieron cuenta e instauraron la denuncia ante la Fiscalía. La investigación arrojó que el joven tenía un problema mental porque venía de un entorno conflictivo de padres separados y él quería trasladar ese conflicto a su unidad, donde casi todos los niños estaban entre 10 y 13 años de edad, y él, como el mayor del grupo, buscaba imponer el terror en el conjunto. El proceso continúa abierto.

Cada colegio maneja las sanciones de acuerdo con su Manual de Convivencia, pero se busca que la pena privativa de la libertad sea la última instancia, por cuanto la Ley de Infancia y Adolescencia propende la no desescolarización del agresor menor de edad, y se opte por otro tipo de sanciones.

Por ejemplo, un joven que incurrió en matoneo tipo 3, justo cuando le faltaba un mes para graduarse. Las directivas del colegio determinaron que asistiera solo a presentar los exámenes finales, perdió el derecho de participar en la ceremonia de graduación y solo le permitieron recibir su diploma por ventanilla.

En otros casos, el colegio puede optar porque el alumno estudie por módulos en la biblioteca, sin ingresar al salón de clase.

MinTIC aconseja

Denunciar el perfil del acosador, si hay desnudos u otra violación de las reglas en redes sociales. Todas ofrecen canales de denuncia.

Configure un nivel alto de seguridad para sus contenidos o los que otros publican en sus redes. No permita que la información que circula le haga daño. Acepte solo comentarios que usted desea.

Si no está de acuerdo cuando lo etiquetan en una imagen o video, puede deshacer esa mención con un clic en la foto y eliminar etiqueta.

No es solo la cosa política la que enciende a los colombianos hasta llegar al apaleamiento virtual. Así como todos se convierten en analistas políticos en la campaña y fungen de técnicos de fútbol durante el Mundial, también muchos se sienten jueces ante cualquier hecho cotidiano compartido en el escenario de redes. Y ahí viene el linchamiento digital, muy similar al de la multitud que castiga sin misericordia al delincuente o violador sorprendido en flagrancia. 

Así le pasó a Óscar Fabián Barrada, un joven bugueño que hace unas semanas fue tildado de ladrón y muchos adjetivos delictivos más. El detonante fue que se viralizó un video de un atraco a una señora en el que el victimario huye en una moto, que alguna vez perteneció a Óscar y aún figuraba a su nombre, porque la vendió y no realizó el traspaso. La turba saltó a la red social para condenarlo, cuando ya no era ni el dueño del aparato ni mucho menos el delincuente.

Algo similar le sucedió a un padre de familia que se le ocurrió compartir en Facebook una foto despidiendo a su niña de un ‘piquito’ en la boca. El hombre fue acusado de pedófilo en la red, entre otros insultos impublicables y tuvo que acudir a los noticieros de televisión para aclarar la situación y tratar de resarcir su buen nombre.

Hace poco, la jauría no le perdonó a la presentadora, empresaria e influenciadora Marcela Reyes, Marcela_50 en Instagram, cuando compartió fotos del resultado luego de inyectarse biopolímeros en los glúteos.

Víctor Solano explica que la interpretación que pueden hacer unos del fuero privado de otros, no es tan fácil. Pero lo que angustia es cómo la gente reacciona, sin preguntar va atacando y haciendo un juicio a priori, cuando por ejemplo, muchos tenemos fotografías bañándonos con los hijos pequeños.

En concepto de Víctor Solano, esto deja doble aprendizaje: saber que nadie debe juzgar esos contenidos, y que estos pueden ser usados fuera de contexto y ya no nos exponemos solo al matoneo, sino a ser acusados de producir contenidos inapropiados o material de abuso sexual infantil, al ser utilizados por otros en esa industria.

El experto se refiere a que montajes en los que toman de Facebook la foto del niño o niña desnudo bañándose, por ejemplo, y cortan su silueta y la incorporan a otra imagen donde hay adultos, una práctica muy usada en la industria de la pornografía. “Eso es más grave y ya es un delito”, advierte. 

Otros son casos que parten de una mala práctica de uso de redes sociales, indica el sociólogo Mauricio Guerrero Caicedo. Por ejemplo, una pareja que está en una relación psicoafectiva y/o erótica, comienza a compartirse fotos. Uno de ellos decide mandarle una foto a otra persona como para decirle, ‘mirá con la chica que estoy’.

Esa acción comienza a generar consecuencias de ‘bullying’ ante una inesperada viralización de ese contenido, que es mucho más poderoso y dañino que el que se da en el entorno real, donde lo puede controlar un grupo de diez o quince personas, pero en el entorno digital se masifica y puede afectar mucho a los implicados, por la cantidad de interacciones que es proporcional al daño que está causando.

“Por eso hemos visto suicidios en preparatorias en EE. UU., por chicas que han tenido relaciones sexuales, se han dejado grabar por el novio y estos por una tontería han compartido y...”, dice Guerrero Caicedo.

Algunos casos parten de una simple rencilla o disputa de pareja, en el que uno de los dos divulga contenidos comprometedores del otro, pero no sabe medir los riesgos. “Sus efectos son devastadores a nivel mental, porque tu problema personal trasciende a cientos de miles de personas y queda tu intimidad expuesta, sin que lo puedas controlar”, señala Víctor Solano.

Otras situaciones personales también son excusa para el matoneo público, como si se tratara de un evento de interés común. Para Víctor Solano, son muy famosos los casos de jugadores de fútbol, como el de Michael Ortega, del Once Caldas, que por una imprudencia, su entonces esposa y su nueva novia, se cruzaron mensajes en un entorno digital y los usuarios propiciaron el matoneo contra él.

También trascendió el lío de los futbolistas Teófilo Gutiérrez y Juan Roberto Ovelar, ambos jugadores de Junior entonces, cuando se supo que el primero se involucró con la esposa del segundo, enviándole mensajes insinuantes por WhatsApp. La avalancha de insultos a ‘Teo’ no se hizo esperar y al otro también, porque generalmente salpica a todos, aunque toca más al supuesto infiel. La situación fue tan delicada que Ovelar decidió irse a jugar a Millonarios.

Pero la guerra de las barras bravas la trasladan a las redes sociales, hay una contienda súper hostil, sobre todo de las de los equipos grandes como América, Deportivo Cali, Nacional, Millonarios, Santa Fe, y no solo ellos, pasa con casi todos, que se lanzan y retribuyen ofensas y agresiones.

“Quizás la más fea es la que profieren los hinchas de los equipos bogotanos, que siempre reinciden en burlarse de las hinchadas de los otros equipos y las tratan de provincianos, campesinos, términos que no son insultos en sí mismos, pero sí el tono despectivo con que los 
profieren hace inferir que es para agredir”, dice Víctor Solano.

De acuerdo con la directora de Apropiación de MinTIC, Luisa Vélez, los menores de 18 años son la población más activa en el uso de las nuevas tecnologías en Colombia. Desde su puesta en marcha en 2012, Te Protejo (www.teprotejo.org) ha recibido 32.461 denuncias de contenidos inapropiados o ilegales en Internet, de las cuales el 60 % se refieren a casos de material de abuso sexual infantil (pornografía infantil).

De ahí que los códigos de comportamiento también están creando reglas o leyes para poder tipificar estas conductas que son delictivas, por sus efectos devastadores en la víctima.

Del matoneo al delito
La Directora de Apropiación de MinTIC, Luisa Vélez, señala las amenazas más latentes en redes: 

1. Sextorsión: es un tipo de chantaje en el cual se amenaza a la víctima con hacer públicas imágenes y videos en los que esta tiene actitudes eróticas, pornográficas o manteniendo relaciones sexuales. Estos pueden ser obtenidos hackeando dispositivos móviles o entregados por la víctima de forma voluntaria o a través de engaños.

2. Acceso abusivo a perfiles digitales: el agresor descubre y utiliza ilegalmente las contraseñas para acceder a las redes sociales o al correo electrónico de su víctima. Así, puede hacerse pasar por ella para robar su información personal o ganar la confianza de sus amigos y seguidores para realizar estafas o robos.

3. Suplantación de identidad digital: si alguien se hace pasar por otra persona o por una empresa mediante perfiles falsos en redes sociales o servicios de Internet. El delincuente busca crear un daño permanente en la imagen de su víctima, robar información personal de sus contactos o ganar la confianza de sus amigos o socios de negocios para realizar estafas y robos.

4. Ciberextorsión mediante secuestro de perfiles digitales: el delincuente descubre las contraseñas de acceso a redes sociales y servicios en Internet, para cambiarlas y exigir el pago de un rescate a sus víctimas potenciales, que puede ser dinero o favores -entre ellos sexuales- para restituir sus condiciones.

5. Ciberocupación indebida: una persona aprovecha el descuido de una organización o de una figura pública para adquirir un dominio web o presencia en redes sociales con su nombre exacto o muy similar, para exigirle dinero o favores .